INFANTÓPOLIS
"De mayor quiero sobornar a un científico loco para que construya una máquina que haga mis sueños realidad" -Emilio Martín, 7 años.
Voy a contarte un secreto, uno que muy pocas personas pueden presumir de conocer, un enigma del que ningún adulto está al corriente, porque solo los niños son dignos de conocerlo.
Mucha gente ha oido hablar de la Atlántida, Liliput, Oz o Narnia; sin embargo, nadie ha oído hablar nunca de Infantópolis, la ciudad de los niños.
A pesar de su nombre, no es una ciudad. Infantópolis es un reino, un mundo donde los niños gobiernan y al que solo los niños y algunos animales pueden viajar.
En infantópolis viven el ratoncito Perez y el Hada de los dientes ¿Nunca te has preguntado por qué tus dientes desaparecen bajo tu almohada? ¿Para qué querrían esos dos tus preciados dientes? No te preocupes, yo te contaré cual es el oscuro secreto de ese extraño matrimonio. El señor Pérez y su mujer en realidad son constructores y utilizan los dientes de los niños de todo el mundo para construir los enormes castillos de Infantópolis. Utilizan dientes en lugar de ladrillos y pasta en lugar de yeso. Las dentífricas paredes están cubiertas por chucherías, metros de lengua de regaliz cubren los suelos como moquetas al igual que miles de gominolas cubren las paredes interiores de cada vivienda. Por seguridad, cada hogar dispone de un dragón y un unicornio que protegen la casa de buitres y ragartos*.
Las hormigas, son eficientes obreras que ayudan al ratón y a su esposa a construir la ciudad. Estas pequeñas trabajadoras, reciben a cambio algo de magia para su hogar. Cuando acaba su jornada de trabajo, estas pequeñas trabajadoras vuelven a su hormiguero, donde disfrutan de sus sus enormes televisores de hasta tres pulgadas.
En Infantópolis los arboles tienen el tronco de chocolate y sus hojas son de algodón de azúcar; los niños no tienen ni normas ni deberes, la única regla es la diversión; allí no existe el famoso bullying, porque los matones no pueden entrar.
Si visitas Infantópolis, probablemente te encuentres a un hombre un tanto peculiar. Un científico loco, llamado Dr. Vondreams, que viste siempre su bata blanca y anda maldiciendo allá a donde va. Siempre lleva el ceño fruncido y se arranca los pelos cuando alguno de sus experimentos sale mal. Él es el único adulto residente en Infantópolis, lo que él odia a rabiar. Nuestro querido Doctor, tiene una máquina única, que hace los sueños de los niños realidad, el precio por su uso son cinco monedas de chocolate, que puedes pedir prestadas en el banco de la ciudad.
Estoy segura de que ahora querrás viajar a Infatópolis, así que te diré lo que debes hacer para llegar. Cada noche, antes de acostarte piensa con todas tus fuerzas en los arboles de chocolate, los dragones, los unicornios y el Dr. Vondreams. De esa manera, cada noche viajarás y todos tus sueños se harán realidad, allí el tiempo pasa muy despacio, por lo que una noche puede convertirse en mil años si así lo deseas.
Date prisa y viaja a Infantópolis antes de que el tiempo se acabe. A mi ya se me acaba, por eso te escribo esta carta, para que disfrutes tanto como puedas de este mundo tan fantástico y maravilloso, porque una vez crezcas todo esto se te olvidará, pues serás adulto y no podrás volver a entrar.
*Ragarto: cruce entre rata y lagarto.
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