martes, 20 de junio de 2017

"Leaving las Vegas"



Me ahogo, en un vaso de whisky con hielo; 
en la barra, delante de un camarero extranjero,
que no creo tenga intención de hacer nada
por remediar mi hundimiento.

Recuerdo, que todo empezó con un semi-inocente café irlandés;
pero se me hizo tarde y dejaron de ser horas para tomar café. 

El barman se empeñó en servirme el whisky solo, sin soda, con hielo; 
Argumentó que sería lo más apropiado, acorde al momento. 

Pero ahora lo pienso, 
y lo más probable es que le diese pereza ponerse a picar granos de café, 
o gastarlos en una cliente a la que posiblemente no volviera a ver.

No respiro y me ahogo,
en un vaso medio vacío, 
porque no soy capaz de verlo medio lleno.

No puedo respirar,
aunque tampoco me esfuerzo por nadar;
me hago la muerta, ebria, sobre un hielo que no tardará en derretirse y contribuir a mi 'Leaving las vegas' particular. 

Surco la laguna Estigia a bordo de la barca de Caronte,
sin efectivo en la cartera, 
suplicando por que el barquero se apiade de mí
o a lo sumo acepte mi tarjeta.

No veo la hora de pisar el inframundo y conocer a Hades; 
aunque dudo que sea tan carismático como aquel dibujo animado de pelo azul, 
que Disney de pequeña me presentó,
como tío de Hércules, hermano de Zeus y Poseidón; 
satirizado y por supuesto menospreciado,
pocos todavía le consideran Dios.

Veo almas perdidas en las aguas que navegamos; 
ya no estoy tan segura de que sea whisky lo que surcamos.

Por lo que he leído, esto se me asemeja más a al río Slid que al Aqueronte;
Puede que mi destino sea ahora el Helheim nórdico, y el infierno no sea más que un cúmulo de todas las ideas escritas a lo largo de la historia; 
puede que al final, cada autor tuviese algo de razón y Caronte trabaje a las ordenes de una diosa y no de un dios .

Con un poco de suerte Hela podría presentarme a su progenitor;
Junto a Loki, supongo que la muerte dejaría de tener tan mala pinta; 
todo se asemeja más divertido cuando conoces a una leyenda mitológica; 
al pícaro Dios, rebelde y embaucador, 
caracterizado como un insufrible niño mimado en la ficción.

He perdido al parchís contra la muerte, y todo por no aprender a en su momento a jugar al ajedrez.

Estúpida y maldita la hora en la que me decidí a jugarme la vida, a un juego de mesa de azar, donde de nada me sirve ser intelectual.

Surco un mar de caras, almas pecadoras de mirada suplicante;
imploran mi perdón,
piensan que yo puedo proporcionarles la redención 
de esas aguas sulfurosas a las que, tal vez, el Osiris egipcio haya condenado; 
en el momento en el que la balanza venciese por unos gramos hacia el lado incorrecto, el malvado, correspondiente al infierno.

Deben pensar que sigo viva, por llevar tantas horas varada sobre ellos;

Navegando, todavía en la barca de Caronte, por no haber sido previsora y haber gastado todo mi efectivo, pagando al camarero, el whisky solo con hielo,
en el que me ahogué hace ya varias horas, 
por intentar ocultarme, fingiendo ser quien no era. 

Ni Nicolas Cage en Leaving las Vegas,
ni la protagonista de un mito nórdico o griego cualquiera.

No soy más que una persona, 
que perdió al parchís contra la muerte,
y ahora cumple con su pena, 
condenada a vivir en las tinieblas .