Encontraron el cadáver envuelto en tela vaquera,
en una de esas cazadoras de los 60.
La envidia firmaba su cabeza.
La codicia sus muñecas
Mientras, la hipocresía
le había cortado la lengua.
Todavía firmes,
sus manos
sujetaban una libreta.
Antes de morir,
la inseguridad
borró con lágrimas
todas sus ideas.
Descansa en paz, pequeña.
Al menos, mientras puedas.
Solo te quedan un par de vidas
que quitarte
de la misma manera.
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