Historias de amor forzadas a ser chichés. Aquellas que empiezan como una broma y acaban con chicas enamoradas. Ilusiones ópticas, falsas esperanzas que crean expectativas holliwoodianas, que encandilan, te hacen soñar con una posibilidad, pero no sabes si será real.
Pasa el tiempo y automáticamente te auto convences, el optimismo aparece, si todo el mundo apuesta por ello ¿Por qué no? Tal vez, sí haya una posibilidad.
La gente habla, inventa nombres compuestos e idea planes de futuro; todo parece tan real, que al final te lo acabas creyendo. Es entonces cuando todo se complica.
Se manifiesta la timidez, pero solo con él, aparece un rubor en tus mejillas cuando su imagen pasa por tu cabeza, sonríes, de forma inconsciente al oír su voz, su mirada te abstrae e impone y tienes que esforzarte por atender, sin romper el contacto visual.
Crees poder controlarte, aunque parece que es demasiado tarde cuando tu corazón se acelera con cada uno de sus mensajes. No quieres volver a caer, a tocar fondo, porque podría ser un cabrón. Existen los capullos de película, tristemente hay muchos intentos de James Dean en el mundo, hay mucho narcisista suelto que disfruta rompiendo corazones, buscando solo un poco de diversión.
Te pones metas, pretendes olvidarle, pasar del tema, pero te sientes impotente cuando te enteras de la existencia de terceras personas. Te derrumbas y deprimes, maldices el momento en el que decidiste ser optimista, la vida parece mucho más bonita cuando no existen las expectativas.
Las conversaciones decaen, parece que ya nada es igual, que fuiste un coqueteo pasajero, que por falta de iniciativa le acabó aburriendo. Ves como ignora tus mensajes o ni se molesta en leerlos, cómo responde a los grupos, mientras vuestra conversación sigue estancada. Sientes que te falta algo, te frustras por la impotencia y te sientes idiota. Tienes ganas de llorar y de arrasar con la despensa. En ocasiones como esta, está permitido tomar la Nutella a cucharadas.
Pasan dos días y te recompones, te propones superarlo, seguir adelante y no recaer; pero él te habla y todas las barreras vuelven a caer. Te propones ser fuerte, nuevas metas, pero en la práctica sigues quedándote hasta tarde en la biblioteca, madrugando cuando no te toca y cogiendo buses a deshora.
Y es que, su compañía te encanta. Solo con él trasnochas, porque te quitan el sueño sus palabras, solo a él le respondes en las fiestas y solo él te saca sonrisas cuando estás malhumorada. Tu siempre arisca personalidad, solo con él se ablanda, aunque sigas pasado de las cursadas.
Tú siempre tan extrovertida, temes meter la pata, por ello, cada vez que él se insinúa, tú huyes sonrojada. No temas parecer tonta, pues según nos ha enseñado Hollywood, la timidez siempre es una cualidad apreciada.
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