Los corazones rojos
ahora son más
que simples emoticonos.
Ya no puedes usarlos
a modo
de carita sonriente.
Hemos desmitificado
los te quiero,
robado su valor.
Y han caducado
por ello
cientos de películas de amor.
Menos mal,
que los te amo
todavía inspiran miedo.
Causan
a lo sumo
algo de respeto.
¿Qué sería del sentimiento
si su única forma
de manifestación
fuese el dibujo
de un corazón
ex profeso
creado a ordenador?
Posiblemente
nada nuevo.
Sobre todo ahora,
que somos todos ateos.
Decimos
que no creemos,
cuando no sabemos
si lo hacemos.
Por eso
mi teclado
me recomienda usar el negro.
No miento
cuando digo
que no sé si creo.
Creo.
Supongo
que algo siento.
Soy agnóstica
de emoticonos,
atea
de las apps de ligoteo,
creyente
de cualquier cosa
durante mis bloqueos
y soñadora de películas
por encima de todas las cosas.